martes, 19 de mayo de 2015

¿Por qué quiero comer cuando llego a casa después de trabajar?

Hoy quiero hacer un guiño a las personas que muy a menudo me preguntan en los cursos, talleres o charlas: ¿Por qué quiero comer cuando llego a casa después de trabajar?

Normalmente suelen ser mujeres, madres de familia, que trabajan fuera de casa y que se sienten cansadas y agotadas.

¿Por qué? por el ritmo de vida frenético de la sociedad moderna y además, algo que suele darse en muchos de estos casos, el desequilibrio entre lo que se da y lo que se recibe. ¿Cuánto das y cuanto recibes? ¿Hay equilibrio? He visto que se repite en estas personas el dar mucho y recibir poco, no porque las personas que tienen a su alrededor no den, sino porque les cuesta recibir. ¿A qué se debe? existen múltiples razones, desde el querer complacer, el no decepcionar, la culpa, temor a no compensar el favor... hasta querer controlar,  inseguridad, orgullo o pensar que detrás del favor hay una doble intención... todo esto a nivel del inconsciente porque de primeras, la primera reacción será negar estas razones. ¿Eres de los que cuando te hacen un regalo contestas:"no hacía falta", "¿Para qué te has molestado?"? No te quites valor.




En cualquiera de los casos, se trata de un hambre emocional que se conecta con la sensación de cuidarse, el alimento me aporta seguridad, equilibrio, recuerda al amor de la madre que cuando éramos pequeños nos daba el pecho (sabor dulce y cremoso que se suele buscar en estos momentos con alimentos como chocolate, yogur...) y así nos calmábamos y nos quedábamos dormidos. Cuando hemos estado todo el día dando a nuestros hijos, nuestra pareja, en nuestro trabajo... necesitamos compensar al llegar a casa y de forma inconsciente acudimos a la comida para tapar esta necesidad de recibir y de cuidarnos.

Si queremos que la abundancia esté en nuestra vida es importante estar abierto a la misma y con pensamientos como: "eso lo haría cualquiera, no es nada"o "tu hubieras hecho lo mismo" cuando alguien nos da las gracias, nos cerramos completamente a la abundancia.

¿Qué hay detrás de esa resistencia a recibir? ¿Qué te impide recibir?

¿Qué te parece si traemos al consciente esta necesidad y empezamos a recibir para no tener necesidad de comida emocional cuando llegamos a casa después de trabajar? Nos tomamos una fruta, una compota o algo ligero mientras preparamos una cena saludable, es decir, utilizamos los alimentos para cubrir la necesidad física y no cubrir necesidades emocionales como malestar, frustración, soledad...

Saber dar es importante, saber recibir también lo es. Saber recibir tiene que ver con quererse, sentir que uno merece abundancia, cuidarse. 

¿Qué puedes hacer que dependa de ti para empezar a recibir? 

Algunos consejos para recibir:

- Recibe los alagos con un sí y con total confianza y aceptación. No como una carga pesada.
- No juzgues, confia en la buena voluntad de quién te da.
- Escucha para comprender al que te habla y no para contestar.
- Delega tareas de casa.
- Delega tareas del trabajo.
- Pregúntate si todo lo que haces a lo largo del día es realmente necesario y si te estás cargando con tareas que no son necesarias.
- Ámate a ti mismo y siente cómo mereces ser amado. Cada persona es única, valórate por lo que eres, date valor.
- Medita sobre la sensación de estar unido a todo lo que te rodea, aprecia que otras personas se preocupen por ti.
- Deja atrás el cinismo, la resistencia y la culpabilidad.
- Muéstrate tal cual eres y disfruta de hacerlo.
- Recibir no es signo de egoismo.
- Pide ayuda cuando lo necesites.
- Comparte tus sentimientos.
- Permítete escuchar lo que otras personas te dicen, no tienes por qué hacer caso, solo escucha.

Hasta pronto, Namaste.