La diabetes es una enfermedad causada por un desajuste en el metabolismo del organismo, la hormona de la insulina no segrega suficiente cantidad y el organismo no puede metabolizar el azúcar adecuadamente. Ante esta situación, el azúcar se eleva en la sangre y es necesario que los riñones eliminen los desechos del exceso de azúcar por el aparato urinario.
Hay dos tipos de diabetes, Tipo I, aquella que se produce de nacimiento y en donde las células del páncreas son incapaces de producir insulina o han sido destruidas por anticuerpos (enfermedad autoinmune) y Tipo II, donde la insulina es insuficiente o existe una resistencia a la misma. Este segundo grupo de diabetes es la más común (90% de los casos).
La diabetes es una enfermedad que no para de aumentar, se calcula que en 40 años se habrá duplicado o triplicado el número de casos. El origen de la diabetes no pertenece únicamente al páncreas sino a un conjunto de órganos, ya que somos un todo y cada elemento de nuestro cuerpo se relaciona con el resto de elementos que conforman nuestro organismo.
Las causas de la diabetes tipo II se han relacionado con la alimentación (personas que han abusado de harinas refinadas, comida rápida, refrescos azucarados, dulces, comida preparada…), con hábitos de vida (llevar una vida sedentaria y dormir pocas horas de forma continuada), con obesidad, aumento del colesterol, hipertensión arterial e incluso con no compartir las emociones.
La diabetes es una patología que se relaciona con determinadas emociones como resistencia, tristeza, resignación y falta de dulzura. El individuo puede resistirse al disgusto, a la contrariedad permanente, a lo repugnante, a lo injusto, al rechazo… Suelen ser personas que no saben solucionar sus problemas y prefieren evadirlos, restringirlos y negar su tristeza. Vivir en el pasado o la falta de gozo por la vida es lo que hace que haya esa falta de dulzor del que hablo.
Hay una serie de emociones consideradas positivas que producen bienestar mental (placer, alegría, respeto, amistad, tranquilidad, éxito, triunfo, comprensión, amor…) y una serie de emociones consideradas negativas que producen desaliento (angustia, tristeza, intranquilidad, fracaso, derrota, inseguridad, miedo, desamparo, rechazo…).
Las emociones son analizadas por el cerebro y tanto el sistema nervioso como el endocrino, elaboran sustancias químicas que facilitan las respuestas del organismo para hacer frente a esas emociones. Las emociones positivas hacen que se segregue dopamina y serotonina como recompensa y placer, en cambio las emociones negativas hacen que se segregue adrenalina, noradrenalina y cortisol. Éstas sustancias químicas que se segregan ante una emoción negativa hacen que el hígado libere glucosa de sus reservas para combatir esa situación y prepara al organismo para la acción (como si de una batalla se tratara). El páncreas segrega menos insulina para que ésta no introduzca la glucosa en las células y se queden en el torrente sanguíneo para pasar rápidamente a los músculos cuando comience la acción. El problema es que esas emociones se tapan y las acciones nunca llegan y la glucosa permanece en el torrente sanguíneo hasta que se elimina por la orina. Es decir, las emociones negativas generan estrés (presión física y mental).
Hay que tener en cuenta también, que el 85% de los diabéticos son abesos. El origen de esta obesidad puede estar en la falta de dulzor en la vida, falta de cariño, sensación de soledad... que hace que se busque este dulzor en los alimentos con calorías vacías (harinas blancas y resto de hidratos de carbono refinados, bebidas azucaradas...) almacenando el exceso de nutrientes en forma de grasa y favoreciendo la obesidad.
Cuanta más grasa, más insulina requerirá el páncreas y más le costará introducir la glucosa en las células. Es un círculo vicioso que favorece la obesidad.
Algunos aspectos que pueden favorecer el control del estrés pueden ser: controlar los niveles de azúcar en sangre (la hipoglucemia favorece la sensación de irritabilidad o nerviosismo mientras que la hiperglucemia favorece la sensación de cansancio o depresión), una dieta equilibrada, hacer ejercicio, técnicas de relajación o meditación, descanso, aprender a decir no, establecer prioridades y un largo etc porque cada persona es un mundo y las necesidades de cada uno son diferentes. Lo importante es encontrar aquello que le hace feliz a uno y buscar nuestro equilibrio, algo que puede llevarnos toda la vida, pero forma parte de nuestro aprendizaje y desde mi punto de vista, de la vida.
Hasta pronto!!
Hay dos tipos de diabetes, Tipo I, aquella que se produce de nacimiento y en donde las células del páncreas son incapaces de producir insulina o han sido destruidas por anticuerpos (enfermedad autoinmune) y Tipo II, donde la insulina es insuficiente o existe una resistencia a la misma. Este segundo grupo de diabetes es la más común (90% de los casos).
La diabetes es una enfermedad que no para de aumentar, se calcula que en 40 años se habrá duplicado o triplicado el número de casos. El origen de la diabetes no pertenece únicamente al páncreas sino a un conjunto de órganos, ya que somos un todo y cada elemento de nuestro cuerpo se relaciona con el resto de elementos que conforman nuestro organismo.
Las causas de la diabetes tipo II se han relacionado con la alimentación (personas que han abusado de harinas refinadas, comida rápida, refrescos azucarados, dulces, comida preparada…), con hábitos de vida (llevar una vida sedentaria y dormir pocas horas de forma continuada), con obesidad, aumento del colesterol, hipertensión arterial e incluso con no compartir las emociones.
La diabetes es una patología que se relaciona con determinadas emociones como resistencia, tristeza, resignación y falta de dulzura. El individuo puede resistirse al disgusto, a la contrariedad permanente, a lo repugnante, a lo injusto, al rechazo… Suelen ser personas que no saben solucionar sus problemas y prefieren evadirlos, restringirlos y negar su tristeza. Vivir en el pasado o la falta de gozo por la vida es lo que hace que haya esa falta de dulzor del que hablo.
Hay una serie de emociones consideradas positivas que producen bienestar mental (placer, alegría, respeto, amistad, tranquilidad, éxito, triunfo, comprensión, amor…) y una serie de emociones consideradas negativas que producen desaliento (angustia, tristeza, intranquilidad, fracaso, derrota, inseguridad, miedo, desamparo, rechazo…).
Las emociones son analizadas por el cerebro y tanto el sistema nervioso como el endocrino, elaboran sustancias químicas que facilitan las respuestas del organismo para hacer frente a esas emociones. Las emociones positivas hacen que se segregue dopamina y serotonina como recompensa y placer, en cambio las emociones negativas hacen que se segregue adrenalina, noradrenalina y cortisol. Éstas sustancias químicas que se segregan ante una emoción negativa hacen que el hígado libere glucosa de sus reservas para combatir esa situación y prepara al organismo para la acción (como si de una batalla se tratara). El páncreas segrega menos insulina para que ésta no introduzca la glucosa en las células y se queden en el torrente sanguíneo para pasar rápidamente a los músculos cuando comience la acción. El problema es que esas emociones se tapan y las acciones nunca llegan y la glucosa permanece en el torrente sanguíneo hasta que se elimina por la orina. Es decir, las emociones negativas generan estrés (presión física y mental).
Hay que tener en cuenta también, que el 85% de los diabéticos son abesos. El origen de esta obesidad puede estar en la falta de dulzor en la vida, falta de cariño, sensación de soledad... que hace que se busque este dulzor en los alimentos con calorías vacías (harinas blancas y resto de hidratos de carbono refinados, bebidas azucaradas...) almacenando el exceso de nutrientes en forma de grasa y favoreciendo la obesidad.
Cuanta más grasa, más insulina requerirá el páncreas y más le costará introducir la glucosa en las células. Es un círculo vicioso que favorece la obesidad.
Algunos aspectos que pueden favorecer el control del estrés pueden ser: controlar los niveles de azúcar en sangre (la hipoglucemia favorece la sensación de irritabilidad o nerviosismo mientras que la hiperglucemia favorece la sensación de cansancio o depresión), una dieta equilibrada, hacer ejercicio, técnicas de relajación o meditación, descanso, aprender a decir no, establecer prioridades y un largo etc porque cada persona es un mundo y las necesidades de cada uno son diferentes. Lo importante es encontrar aquello que le hace feliz a uno y buscar nuestro equilibrio, algo que puede llevarnos toda la vida, pero forma parte de nuestro aprendizaje y desde mi punto de vista, de la vida.
Hasta pronto!!